Conocido también como realismo fotográfico o realismo radical, el Hiperrealismo es la escuela pictórica de tendencia realista más absoluta de la historia. El Hiperrealismo pretende ofrecer una versión minuciosa y detallada de las imágenes.
Nacido en la West-Coast de los Estados Unidos a finales de los años 60 del siglo XX, el hiperrealismo se promovió en Europa por la V Documenta (1972) de Kassel y fue confirmado por la exposición que Uldo Kulterman presentó en París bajo ese nombre.
Los artistas hiperrealistas tratan de buscar, con el más radical de los verismos, una transcripción de la realidad usando los medios técnicos y fotográficos de la manipulación de las imágenes. Consiguen con la pintura al óleo o la escultura, el mismo detallismo y encuadre que ofrece la fotografía.
En América del Norte, donde el pop art había arelado profundamente, el hiperrealismo se trabajaba a partir de la reproducción pintada de los objetos de consumo y de las imágenes publicitarias correspondientes. En esta línea encontramos la reproducción manual de fotografías, lo que constituye la esencia del hiperrealismo americano. Check y Don Eddy nos ofrecen en sus imágenes aquellos aspectos aburridos característicos de la civilización de masas con la misma objetividad de una cámara fotográfica que funciona mecánicamente. De hecho, transfieren a la plástica vivencias adquiridas en la cultura de la imagen.
En Europa, en cambio, el hiperrealismo no suele tener connotaciones del pop art y se impregna de un lirismo casi surrealista. La obra de Antonio López es el exponente más genial de esta versión del hiperrealismo.
Son importantes representantes de esta tendencia D. Hanson, J.Salt, D. Eddy, C. Clarke, J. de Andrea, J. Harvorth, A. Dworjowitz, C. Bravo., entre otros.
LAVABO Y ESPEJO:
1967
Material: oleo sobre lienzo.
Museo: Coleccion particular. Nueva York
AUTOR:
Antonio Lopez Garcia.Nació meses antes del inicio de la Guerra Civil. Es el mayor de cuatro hermanos (Josefina, Diógenes y Carmen), sus padres eran labradores acomodados del importante núcleo manchego que era Tomelloso, su casa estaba situada en la Calle Domecq. Su temprana vocación por el dibujo, así como la influencia de su tío, el pintor Antonio López Torres, conformaron su decisión de dedicarse a la pintura. En 1949 se trasladó a Madrid para preparar su ingreso en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, coincidiendo allí con diversos artistas, como Enrique Gran, Amalia Avia, y Lucio Muñoz, con los que conformó lo que se ha venido a llamar Escuela Madrileña. Permaneció en la academia entre 1950 y 1955.
En 1955, y gracias a una beca, viajó a Italia, donde conoció de primera mano la pintura italiana del Renacimiento. Sufrió así una pequeña decepción al contemplar en vivo las obras maestras que sólo conocía por reproducciones, y que hasta ese momento veneraba. Comenzó a revalorizar la pintura clásica española, que tan bien conocía, gracias a las frecuentes visitas al Museo del Prado, especialmente Velázquez.
Tras terminar los estudios realizó sus primeras exposiciones individuales (1957, 1961) en Madrid mientras trabaja tanto en esta ciudad como en la localidad que le vio nacer.
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